El dueño de los humanos
La pasada noche, mientras degustaba junto al Aqueronte unas copas de reposado Agustino, 30 años de añejo, sentados plácidamente en los sillones quejumbrosos de un bar a la intemperie, ubicado en uno de los tantos sectores concurridos y llenos de polución, de este pedacito de planeta llamado la capital ecuatoriana; y al son de la …