Egolo y su máxima: Toda actividad física y mental, de cualquier criatura , que como parásitos habitamos en el vientre de Gea, somos producto del egoismo.Catoblepas, el devorador de las lenguas,: Soñando ha estado Kantoborgy que soñaba un sueño, pero en realidad estaba simplemente en un momento extático, volaba su imaginación sobre muchas cosas. Pero el significado de “cosa” no lo sabía, atropellando verbos, palabrejas y bautizando algunas, como metralleta me harelatado que veía felpudos cuadrúpedos, vociferantes bípedos, cintas negras interminables, superficies y espacios cubiertos de un no se qué. Ni siquiera sabía que era lo que respiraba. Hbía olvidado el significado de las cosas, de cada palabra, en ningún idioma podía asociar, se pasó al otro lado, donde las lenguas humanas no existen. ¿Te ha pasado que no sabes cómo llamar a las cosas que te rodean? ¿Has olvidado alguna vez que tu lengua materna? Catoblepas de hambre se comió su propia mano, y al devorarse entero acabó con las lenguas de los humanos. Borges en sus “seres imaginarios” no relató los alcances de esta bestia.
Gerrob, el nuevo bípedo depredador. Una neurona anda suelta por el mundo, con nadie desea formar sinapsis, sus dendritas ya están atrofiadas. Quiso comprobar las buenas nuevas de Zaratustra, lanzarlas con nuevo ímpetu a los bípedos actuales, pero los tales solo con insultos lo recibieron, así que un escrito glíglico dejó grabado sobre cada moderno hombre-rebaño :
Inerme mental que intenta construir con su precaria masas gris, diatribas contra seres antológicamente superiores, y tan solo descubre que es un nematodo aplastado por su debilidad cerébrica”
Matacocos, el reproductor. Solitario haploide, que nadaba por inercia sumergido en los nauseabundos vahos de la polución chorreante que generan los bípedos modernos. Su deseo como el de todo rompecocos: reproducirse sin control. Perforaba lo que encontraba a su paso. Hasta que se encontró con un espejo, su reflejo le recordó las sabias palabras de Carpócrates el heresiarca: “Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los bípedos depredadores del momento”.
Ovóclavo, el Esclavo del sexo. ¿Ovóclavo o el clavo del ovocito? Es decir el haploide Matacocos, antes de auto flagelarse con su ovoidea cabecita, vociferó a los cuatro vientos un concepto de amor “ El amor termina con la eyaculación”.
Pezperma, la presión de amor. Pezperma, sí, el apodo de Ovóclavo. Decía que mientras tiene el tanque lleno, ama a cualquier miembro del sexo opuesto. Ovocitamilk, en cambio decía que siempre ama, generalmente posesivamente, porque su tanque se retroalimenta, efímeros instantes permanece vacío su barril.
Gogork, el traga aire. Curioso animalito de las viñas del señor, del señor de las nieves, porque buscando al Yeti Kantoborgy, encontró al Gogork. Nos cuenta que no parece un astómata, pero traga aire que da contento mirarlo… porque escucharlo causa espanto inenarrable, no gruñe sino mas bien bufa y resopla sórdidamente. Se comunica con quienes lo encuentran modulando sus… ¡eructos! sí eso es, un generador de eructos. Cada eructo podría inflar de un soplo un enorme dirigible. Si te apunta con un eructo, por seguro te tumba aunque esté a diez metros de distancia, más de cerca… nadie sabe de los resultados. Si le rascas la panza fragmenta sus eructos en algo parecido a una pedorrera, si le golpeas su huesudo lomo, se le cuelga la lengua viperina, y luego hay que devolvérsela con una grúa pues es muy grande y musculosa. Gusta de subir montañas, aunque no lo he visto en ello, pero se hace entender que de eso disfruta. No le gusta cargar nada, pues le basta con el peso de su lengua y las libras de aire , pues el Gogork… traga atmósferas enteras.