Soy un iceberg del glaciar Kangerdluarssup Sermia… Sí, hace ya mucho tiempo; entonces formaba parte del gran hielo, que lo cubre todo…
En una ocasión, hace ya muchos inviernos, los hombres construyeron sobre mí una cabaña, y desde allí se pusieron en marcha con trineos arrastrados por perros, y con otros artefactos extraños provistos de una hélice y que podían deslizarse a mucha más velocidad, hacia el interior del gran hielo del que yo formaba parte. No sé qué fue de ellos; yo seguí mi camino, adentrándome cada vez más en las profundidades de un valle, que daba al mar. Un buen día, el hielo que me rodeaba empezó a flotar…

Era una sensación extraña. A mi alrededor todo se contraía y se convulsionaba, todo se quebraba entorno a mí, cada vez había más grietas y, de pronto, se oyó un tremendo estruendo. De los que sucedió después, no recuerdo nada…

 

 

«Si sobrevives a los dos primeros años hay grandes posibilidades de que llegues a viejo» Ello no debe depender de si vas a la montaña enfrascado en lo último de la tecnología de montaña, pues claro, hoy el no hacerlo, los paraliza de espanto; o se excusan en los años, aunque hay verdaderos veteranos que no se han vuelto inestables en lo vertical… «Se avanza hasta donde se pueda, y cuando cualquier avance es ya definitivamente imposible, se hace una travesía y se sigue avanzando» en Dülfer.

Siempre habrá una Eigerwand con «La Araña Blanca» que la hará una Mordwand para un Gletscherwolf; Pero de igual forma siempre se ha logrado avanzar gracias al aprendizaje de un Heckmair, Buhl… de quienes hoy se han olvidado.

Diemberger

L. Vivar

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