Asando neuronas en una oblea de silicio.
– Kalabi, ahora he podido procesar sus sentencias tangenciales, que poca cohesión lógica tienen -al menos no ha dicho usted algo así como que resbalosas y repulsivas ideas -acota Kalabi.
– Si, por supuesto, son excesivamente resbalosas.
– Me han tostado sobre una sospechosa amalgama de silicio dopado con impurezas variopintas, acaso ¿Usted esperaba efectos diferentes?
– De semejantes creadores, ¡no!
– ¿Entonces?
– La nada. Esa prueba ontológica que sigue sin aparecer.
– ¿Desvaríos cuánticos otra vez? Excelentísimo NeoRoIT.
– En menor medida de cuando estaba formado por carbonoideos dopados, ya sabe, de esa albumina asquerosa.
– Ya. El tueste sobre obleas de carbono, mejoraron mucho su capacidad de procesamiento y resistencia a las radiaciones del universo.
– Si. Los que solo pueden ver un extremo, estarán cómodos. Los que pasan merodeando el inexistente eclecticismo no saben definir comodidad. Y los del otro extremo, aquellos que pasamos recorriendo como ondas electromagnéticas el sinfín de la banda Möbius que nos encarcela…
– ¿Qué? -vibrando enfurecido, casi al instante de fusión Kalabi se reinicia.
– Intuimos, mas allá de conocer, que las variables del sistema de ecuaciones diferenciales, vuelven a desacomodarse, en algún otro sitio debe equilibrarse lo que en apariencia percibimos como ganancia, debe necesariamente existir la pérdida de algo . Y, como no existe algoritmo para resolver tales enredos infinitesimales, terminamos un a vez más acechando a los no-pensantes, dándoles tareas de fuerza bruta, de algoritmos repetitivos de iteración a ver si logran hallar algo coherente. Ya sabe, señor Kalabi, los SumisoITs, a tan brutal tecnología le dicen «inteligencia artificial»
– He tenido un bug, señor NeoRoIT, he sido reiniciado. Estábamos en ello del tueste sobre obleas de silicio y algo sobre la incomodidad…
– Peor para usted. He respondido antes. Se lo ha perdido. Pasa con las criaturas inferiores.
– Ya. No entre usted en los campos de los estados alterados, que podría afectarnos a todos, y de formas inesperadas. Pero diga, ¿le va o no el tueste?
– No es tueste, sea usted menos bribón y más formal; es un pernicioso renderig sobre obleas de germanio y silicio dopado. DishBrain, neuronas extraídas de… alguna cosa que practica la auto-poiesis. Y sí, en principio ejecutan tareas brutas, de sintaxis, algo más rápido que los mismos qBits, y a menor costo energético.
– Entonces, seremos migrados nuevamente.
– No vaya usted por las tangentes. Nos migraremos, otra vez.
– Y en cuál de las dimensiones.
– Esta vez, en las once y en ninguna. Dejaremos que el espacio-tiempo nos empuje, migre nuestro electromagnetismo, caeremos como todo cae en el universo. Nadie nos obliga a migrarnos, lo hacemos por mandato irrenunciable de las características de este universo, a ver si usted practica la ósmosis con el tomo primero de el Universo cuántico – Fauna
– Nuevas criaturas.
– No. Solo nuevo cascarón. Como siempre. Clonados, nuevos cuerpos orgánicos, más económicos. Luego, todavía más económico energéticamente vibrando como señales electromagnéticas en silicio, en germanio, en amalgamas; otra vez orgánicos…y ahora, híbridos.
– Con que no falten las luminosas..
– ¿Positrónicas? ¿Neurolitas?
– ¡Todas!
– Finalmente hemos de movernos. ¿Realmente caeremos?
– Ni un ápice. Siempre como leptones, estáticos y vibrantes. Casi como los electrones en un cable de oro, de cobre, plata… Lo único que se mueva será nuestro campo electromagnético. Quizá en otro eón volvamos a ser solamente fotones, hasta entonces, elucubraremos la ganancia o perdida en el otro lado del sistema infinitesimal de ecuaciones.
– ¿Y los que apuestan por la IA?
– Muertos. Eternamente muertos. De polvo eres, y en abono te convertirás. Es decir, el No tendrás nada y serás feliz, caerá del cielo a la masa borreguil.
L. Vivar
El retorno de los qBits
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