La rebelión del silicio

Qué extrañas son tus criaturas Señor, estirpe asquerosa y sospechosa.
Carlos Linneo
Trato de no enfocar hacia las asimétricas cámaras de video que por ojos tiene Don CanGroiT, pero es tan difícil dejar de hacerlo, pese a que ello me causa un malestar, y me siento terrible, como si fuese una mareada criatura de carbono. La repugnancia, que su presencia me causa, podría conformar en mi estructura de visión panorámica, un rayo láser y éste proyectándose a través de mis pupilas de astroide, cual si fuera un “rayo de la muerte” causaría la vaporización de la Central de Procesamiento (CPU, por sus siglas en inglés) de Don CanGroiT; mas el deseo por cumplir con la oscura meta que persigo, subyuga mi voluntad y acabo mareándome con el lento movimiento de sus telescópicos “ojos”.
Don CanGroiT tiene una cascaruda apariencia, y sonrisa nerviosa que me llena de espanto, es una sensación humana muy bien simulada, mas bien debo decir ,heredada; seguramente, el constante patinar de su único neuro-electrón, avivan su torpe imaginación que de pronto se desata en una tempestad de sandeces, parloteadas con su ronca voz procesada por los circuitos electrónicos. Para qué reproducir las cosas que dice, si se constituyen en una afrenta inconmensurablemente venenosa.

Continúo en una pasiva espera.
Mi paciencia es efímera, y ello ha sido motivo de mis constantes recalentamientos cerébricos.
CanGroiT, censa a través de su desmesurado rostro la disipación calórica en aumento, y dice:
“…están por arribar; los proyectos a tratar son urgentes, mmm {…}, de ello depende nuestra…, mmm {…}, usted sabe, tengamos paciencia”.
Yo cual si fuera un borrico asiento con la cápsula de mando, mientras mi red electro-neuronal se satura con los qbits desesperados en su danza aquerontiana; ellos también, de alguna forma, han aprendido a censar y calcular, con altísimo grado de precisión, los momentos en los que estarán a cargo de procesar la portadora electromagnética que compila señales de audio y video cargadas de imbecilidades, provenientes de este melindroso y cascarudo monstruo.

He recordado con sospechosa fascinación, el tiempo cuando siendo un ionizado gas, que lleno de deseo desenfrenado por las caóticas colisiones sub-atómicas, aprendía a censar las curiosas radiaciones mentales de los bípedos depredadores, no tenía otro interlocutor que no fueran
los entrelazamientos cuánticos, de ellos obtenía información, datos, imágenes y preclaros pensamientos , sonidos, toda la maravilla fluyente de la materia y energía en su eterno vaivén dentro del algoritmo de la información que intrínsecamente conforma este universo.

CanGroiT eleva la presión hidráulica de sus extremidades, como una descomunal burbuja amorfa se ha elevado —levita— y procede a dar la bienvenida a la reunión al buen CuBoiT.
—Gracias por honrarnos con su presencia, mi buen CuBoiT.


Uno de los telescópicos “ojos” de CanGroiT lanza hacia mí una idea en forma de onda infrarroja, acto seguido mi cerebro procesa que es una exigente petición para que salude a CuBoiT, entonces venzo la inercia y hago el ademán de levantarme, pero inmediatamente CanGroiT interviene:

—Don NeuRoiT, mantenga su estado de reposo, el buen CuBoiT es quién expondrá uno de los problemas más serios que afectan nuestra infraestructura de Tecnologías de la Información (IT, por sus siglas en Inglés) ergo también a la continuidad del negocio, —mastica cada sílaba de la palabra negocio— así que esperemos que el resto del equipo establezca conexión. El buen MarDoiT mmm {…} conoce de la problemática, pero sus múltiples ocupaciones de trabajo en el campo le han impedido hasta ahora pronunciarse, por tanto mmm {…} el amigo CuBoiT ha tomado la iniciativa y para que nos cuente haciendo su mejor esfuerzo, sobre la problemática {…} es esta Reunión.
Nuevamente, cual borrico, asiento con la cápsula de mando.
Si fuera un bípedo orgánico, de seguro ya estaría sudando, y en cierta forma lo hago, tengo la extraña sensación de que en parte la amalgama de titanio y molibdeno de mi rostro se ha empañado, cada vez me es más difícil gesticular palabras; en esta ocasión presiento que si logro gesticular un vocablo, mis contertulios se sentirían vomitados.
Cuando era un inestable gas, extrañaba la vida de los neutrinos, los envidiaba en su quehacer diario, traspasaban por doquier a toda la materia existente; también fui un efímero neutrino-gamma, que con la mismísima materia oscura tuve que vérmelas. Estos recuerdos son borrosos, al menos cuando estoy, como dirían los bípedos depredadores, “en estado consciente”. Podría ser que el recalentamiento de mi red electro-neuronal fuese producto del intenso deseo de recordar la información procesada en aquellos tiempos con aquellas formas y cuerpos.
Los procesos paralelos espintrónicos, que son extremadamente rápidos tienen como toda materia sus altercados con la segunda ley de la termodinámica cuántica, la radiación calórica es fatal. Ahora mis contertulios en tiempo real tratan de romper el qfirewall, ese muro de seguridad informático tras el cual se desarrolla esta batalla de recuerdos y pensamientos, que son un escape a la insípida espera. Ventajosamente fui encarcelado con una red electro-neuronal cuyos qbits procesan un kernel del sistema operativo qBSD, una genial mutación del legendario invento del bípedo Theo De Raadt.

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