…procesando los bits en la nube.
La banca y demás sectores comerciales privados, quienes invierten anualmente enormes cantidades de dinero en hardware, software y en la capacitación de sus empleados de informática; al igual que el sector de gobierno, pasando por las empresas municipales proveedoras de servicios, deberían reconsiderar el hecho de que su negocio no es el de mantener un oneroso centro de datos (Data Center DC) repleto de los últimos servidores tipo Blade con microprocesadores Power 7, interconectados con una maraña costosa de dispositivos de Networking. Y que, a más de todo este hardware “maravilloso” se apuntan al uso de las “novedosísimas” plataformas de integración y re-aprovechamiento de la tecnología existente (SOA, Arquitectura orientada a servicios), que en teoría, evitan la costosa tarea de votar a la basura la infraestructura existente, y de no reemplazarla con los nuevos inventos tecnológicos del hardware. Estos esquemas de manejo de la información corporativa y la integración con cualquier tipo de negocios, tienen el objetivo de lograr la interoperabilidad en un mundo humano cada vez más globalizado y pobre.
El negocio de la fabricación de hardware y software, así como de las estrategias para el manejo de la información de este “mundo moderno”, va viento en popa, los países del primer mundo aprovechan la mano de obra barata que está disponible justamente por los efectos del mundo globalizado, en países como: Tailandia, Taiwán, Corea, China, Malasia, India, etc. Las ganancias producto de las ventas de la tecnología para el manejo de la información son realmente abrumadoras, obviamente no consideran lo complejo y costoso que resulta el reciclaje de los componentes electrónicos que ahondan más la contaminación en el planeta; les importa un bledo. Los grandes fabricantes de hardware y software, han inventado una forma de controlar el uso ilegal de software y de reducir sus costos en el mantenimiento, soporte, y marketing para vender sus productos en el resto del mundo, este nuevo invento es el alquiler de toda una infraestructura de tecnología de información y comunicación, a la cual los usuarios acceden mediante la autopista de la Internet. Un nuevo negocio incubado el en corazón de un mundo poseído por el vértigo del dinero que produce la ficción tecnológica.
Las empresas miran con desconfianza el uso de una plataforma “virtual” de computación en la nube, cándidamente suponen que su información será accesada y aprovechada por terceros, en este caso, sería por el “gran hermano” que ha decidido poner a disposición del resto de países, la posibilidad de que usen su infraestructura de servidores y aplicaciones, mantenidas por un grupo enorme de expertos. Somos ingenuos, y tal vez en esto la culpa nazca desde las mismas universidades que en lugar de producir técnicos de alto nivel que aprovechen los desarrollos científicos y tecnológicos producidos en el “primer mundo” lanzan al mercado profesional ingenieros, quienes tratan de inventar el agua tibia, sabiendo que estamos retrasados en al menos 40 años, y que no podemos producir ciencia ni tecnología, pero sí aprovecharla al máximo. Y, en cuanto a la posible filtración y mal uso de la información corporativa, que una empresa decida manejar en los aplicativos y hardware disponibles en la computación de la nube, es obvio que desde el inicio del uso de los ordenadores conectados en la Internet, nuestra información, está siendo analizada por arañas y robots recolectores, que nos vienen como juegos, programas antivirus, o simples procesadores de texto, que todo mundo usa. Los aparatitos que usamos, no fueron fabricados por nosotros, por lo tanto, no pueden ser totalmente controlados por quienes los compramos, somos solamente usuarios. El control total lo tienen únicamente, sus fabricantes creadores –claro, que cuando fallan, acuden al imbatible concepto teórico del comportamiento cuántico de la materia- No seamos ingenuos, la computación en la nube probablemente facilite el acceso a nuestra información, pero no es el inicio del espionaje.
Los fabricantes de software especializado, como ESRI (Para sistemas de información geográfica) ERP( Manejo planificado de los recursos empresariales) etc., unidos con los fabricantes de hardware de servidores de alto rendimiento ponen esta nueva forma de usar la tecnología de manera óptima, a disposición de los consumidores empresariales de tecnología; en países como Ecuador, sería un excelente servicio para que nuestras empresas se dediquen a lo suyo, y no ha mal utilizar la tecnología, los recursos económicos, y volverse una especie de empresas híbridas y atormentadas por la incapacidad de sacarle provecho al hardware y software adquiridos. Los presupuestos para intentar hacer funcionar adecuadamente, por ejemplo, los servicios de un software de información geográfica, son inaceptablemente altos, y su rendimiento menos que mediocre, y todo esto con el dinero de los contribuyentes. Zapatero a sus zapatos.El éxito, en la automatización de la producción de «cositas» que fabrica el mundo moderno -fíjense en el primer «mundo»- no está solamente en adquirir tecnología nueva y actualizarla día a día, mediante presupuestos onerosos, sino también en la eficacia y eficiencia del trabajo por procesos y los perfiles humanos seleccionados y capacitados por competencias. Claro, este vertiginoso ritmo planetario de la felicidad en la producción tecnológica, en la cual erróneamente el humano busca la felicidad, podría acabar en algún momento cuando se paralicen los circuitos electrónicos ante un posible fogonazo del dios helios, que terminará ionizando el planeta tierra. Entonces, nos daremos cuanta del mundo de ficción en el que hemos vivido, y retornaremos con dolor a los brazos de una Gea libre de modernismos, prisas y falsas necesidades.
Existen ahorros inherentes y propios que nacen del buen uso de la tecnología, en el proceso de migrar nuestros datos y procesarlos en una plataforma alquilada; inclusive la bella Gaia, podría beneficiarse –espero no pecar de cándido- porque las granjas de servidores estarían concentrados en los gigantescos centros de procesamiento de datos ubicados en los países desarrollados tecnológicamente, disminuiría la fabricación de “cositas” para reemplazar lo dañado por mal uso; se reduce la fabricación de seres de silicio para ser enviados a países en los que se sub-utilizan, podría bajar el consumo de energía eléctrica, y la generación de calor, bajaría también el uso de equipos de refrigeración, en algo se controlarían los procesos viciados de compra y venta de tecnología –ahora , mientras escribo este artículo, me provoca maldecir a quienes envían cadenas de correos, spam, etc. ¿Acaso no saben que cada email, chateo en twitter, Facebook, que lanzan en las redes del chisme y voyerismo social, generan milésimas de grado de temperatura que en suma complican la vida en el planeta? Sí señores, el procesamiento electrónico de los estados 0 y 1 en los chips de silicio genera calor.
Todos colgados en la autopista de la Internet transaccionando a placer en esta forma de vida actual de la especie humana, que al final de cuentas es una ficción, nada real, pues está muy desentendida con natura. El mismísimo uso del dinero, va pronto por el camino de lo ficticio, antes el trueque era inclusive más romántico, hoy el uso de la billetera electrónica mediante los dispositivos móviles, que muy acertadamente, trata de reducir por ejemplo, el desplazamiento de la gente en sus carritos, y de congestionar el transporte público, reduciendo así la contaminación ambiental; será una “realidad” que obligará a transaccionar con “dinero” en bits, hasta para comprar una menta al caramelero de la esquina. Claro, siempre hay efectos colaterales, todo el mundo con un móvil en mano, significa apretar aún más el acelerador del consumismo y de la fabricación de los juguetitos tecnológicos; pero los humanos se quedarán en casa –¿Cuándo permitirá el estado, que los empleados cibernéticos de la informática, trabajen desde sus casas?- y pronto su bulbo craneal desplazará al cuerpo, a las extremidades, atrofiándolas, y convirtiéndose el humano en una inmensa cabezota de la cual salen tentáculos que eficientemente pulsarán las pequeñas teclas de los “juguetitos tecnológicos”. Si no me creen, padres miren a sus críos que a cada hora frenéticamente envían mensajes anodinos con una velocidad vertiginosa; miren críos a sus padres, que cada segundo desean saber dónde ustedes están, y por ello los llaman y también mensajean. Qué paranoia del mundo moderno.
Para no distraerlos más, con esta manía de hacer literatura, hasta de las cosas “serias” como es el análisis del buen uso de la tecnología y los recursos, analicen ustedes el caso espeluznante del acceso a la información geográfica en nuestro país. El gobierno central y empresas seccionales, han invertido mucho dinero en la toma de fotografía satelital, y aérea de altísima definición, y en software especializado que corre sobre servidores monstruosos y costosos, y de seguro también, en la capacitación de los señores técnicos en los paisitos del “primer mundo”; pero sigue siendo Google Earth (y redes geosociales foursquare), quienes nos brindan mejor calidad, y permiten inclusive postear en su base geo-espacial, información sobre nuestros negocios, trackings, y hasta fotos, con precisión que permite hacer de esta plataforma una herramienta de trabajo y negocio. Aquí aún no podemos brindarle, por ejemplo al turismo de aventura, la posibilidad de adquirir trackings de precisión, llenos de información sobre hostales, restaurantes, alquiler de transporte, etc. Para que carguen en sus GPS (Sistemas de posicionamiento global) o dispositivos móviles, y así puedan navegar a placer e ir a donde les plazca.