Henry David Thoreau
Me pregunto si quienes ahora se escandalizan con la medida adoptada, llevan una vida contra el consumismo y la felicidad en las cositas, que tanto le cuesta a Gea que el humano extraiga los recursos para producirlas. O acaso son parte del rebaño cosificado que cada nuevo día añoran un nuevo ordenador, una nueva y vistosa licuadora, y como no, por seguro un nuevo carrito, para entrar en el estatus falso de “progreso” económico y de bienestar. Quizá también sea un tema de novelería, de estar en “onda” en la línea verde por puro marketing de mercachifle. ¿Acaso la industria toda del «mundo moderno» no es depredación?
No intento hacer un escrito panegírico a favor de Muelabroka y sus decisiones, peor aún encaminar lo que las Goras y Gogorksde la asamblea tendrán que hacer, pues allá va a parar finalmente la decisión de explotar o no al Yasuni; quizá consulten al pueblo, al que le recuerdo lo que dijo Mahatma Gandhi: «democracia no es un estado en el que el pueblo se comporte como un rebaño de obejas». Esta decisión está más allá del “bien y del mal” es un tema pragmático, porque lamentablemente a los pueblos “no contactados” a los pueblos periféricos, al mismo ciudadano depredador y amante del humo, este falso “modernismo tecnológico” y futurista con su economía global, les han enseñado a envidiar el modelo de vida de los ciudadanos del “primer mundo”. Aquellos ciudadanos del actual “mundo civilizado” “mundo moderno” hace ya muchas décadas que explotaron de forma descarnada y sin vergüenza ni pudor a la madre tierra; sobre su pestilente piel quemada y contaminada es que formaron las actuales metrópolis de su mundo “civilizado” e industrializado; mundo al cual los hoy alharaquientos y reclamantes visitan y añoran mudarse, aunque tengan que someterse a procesos insultantes de un visado. Hoy esos ciudadanos “modernos” imponen normas de manejo global del ser humano considerándolo como una cosa que consume, digiere y excreta. Nuestros pueblos añoran tener el mismo nivel perverso de comodidad y acceso a las cositas que tienen los pueblos del primer fundillo del mundo. Pero el planeta ya no da para más. Solo unos pocos tienen el poder, los más aptos, los mejor adaptados, los primeros que se alzaron con el conocimiento y por ende con el dominio, tienen las ventajas dadas por natura en sus leyes inmutables del más apto es el que gobierna, leyes sobre las cuales se sustentan los mismos dioses de los humanos, a quienes rezan desde que tienen conciencia de su ignorante existencia. El humano y su civilización virtual quiere asumir su poder de criatura más apta y mejor adaptada para proporcionar derechos a la naturaleza, derechos que a todas las criaturas del universo tienen sin que nadie les conceda nada, peor que un “dios” bípedo los reconozca. Aquellos derechos se quedan en papeles, en “sueños de perro”, porque la presión social que ejercen las “necesidades urgentes” por tener el nivel de vida de otros pueblos, es algo que tardará mucho tiempo en perder valor en la gente; porque el humano debe cambiar su mentalidad, cuando el hombre codicie menos las cosas del “mundo moderno”, cuando se dé cuenta de que la felicidad no está en poseer productos, solo entonces habremos encontrado el camino.
El oro negro es menospreciado, es el culpable de toda la devastación hecha a la sin par Gea. Falso. ¿Acaso no existen otros procesos depredadores desde hace cientos de años? Los inmundos agujeros de la minería, artesanal e industrial, que proveen elementos químicos preciosos para brindar “felicidad” a los compulsivos humanos en su vanidad de aparentar “estatus”; elementos químicos para producir cositas que cada vez duran menos y así dar “trabajo” al humano consumista y que no se caiga la economía. Maldito círculo de la economía y la producción y el trabajo de las masas. Los procesos de industrialización de los elementos químicos, para contra las leyes de natura aumentar los años de vida a las criaturas bípedas, porque queremos tenerlos junto a nosotros por egolatría, aunque ellos deseen la muerte para librarse, como la ley natural manda, de una máquina gastada que es dolorosa y pesada de llevar. Los procesos de producción de carnes y demás alimentos, que en exceso alguno paisitos del “primer mundo” tienen y venden a quien pueda pagar, aunque otros millones de humanos mueran de hambre porque no pueden pagar por su alimento. Claro eso sí, los “derechos humanos” indican que deben seguir viviendo, aunque de hambre y pestes ya controladas por el “mundo moderno” mueran a diario. Hipócritas.
Ya me cansé de la larga lista de procesos depredadores que podría enunciar y que tan eficientemente hemos implementado como especie de bípedos-depredadores que somos. Me queda en la mente la tala indiscriminada de árboles… los burócratas que imprimen en papel hasta sus delirios. Al final de cuentas, ya sabemos en el fondo de nuestra mente lo quU se debe hacer. El ser parte de la novelería y reclamar a uno u otro bando es fácil, y es un tema digno de los mediocres.
Y, de lo que digan los poderosos del primer fundillo, harán caso como borregos que son unos cuantos, y otros simplemente se escandalizan. Los perioverborreos tienen ya en sus fauces qué mascullar y rumiar hasta el cansancio, o hasta que una nueva “hecatombe” venga. Las redes sociales ya tienen de qué comentar por miles de millones de caracteres, los twitteros, facebookeros y demás amantes del mundo virtual “siempre en línea” no se detendrán, aunque su verborrea implique manda a natura más calor.
¿Y si llamo a la desobediencia civil, y a acabar con la maquinaria de explotación del Yasuni?
Ya sé, me acabo de sentenciar. Snowden el nuevo, seguramente leyó esto antes de que lo posteara. Pero al final de cuentas como decía Gulliver “Nec vir fortis, nec fémina casta”
H. D. Thoreau